diarios de ventanillas bajas.

A las dos bandas narcos que se tirotean y al pibe de catorce que muere, se los come el ruido del motor del auto, y se pierden en un murmullo que me adormece hasta el pensamiento.
Mi vieja se toma el mate que le ceba mi hermano, se la ve feliz, eso la hace feliz.
En la ruta hasta el clima es más sincero que en la ciudad.
Desde la almohada que alcancé a manotear antes de salir, las nubes le declaran guerra al cielo de la manera más estática, y y el pronóstico es una masacre teñida de lluvia.
Capaz a vos te alcanza con unos besos en el auto, capaz yo quiero dormir con vos cuando se me de la gana, capaz el verano, capaz nada.
Por fin me toca el mate, super rico.
Me desperté con ganas de escribirte, pero me arrepentí, porque me arrepentí, y ya después no supe qué poner.
No, mal no estoy. Y se me ocurren mil teorías de por qué me está costando disfrutar. Si sos más linda...
Meto la mano en la bolsita de Lucas para pasarle el celu que me saca de la echadez, y le robo el libro que se trajo, genial, Fiódor no me falles que quiero no pensar! O quizás simplemente siga haciendo buches de ideas en este principio de sueño REM hasta perderme sin consciencia en el asiento de atrás.
"No te quiero hacer sentir cosas que te puedan hacer mal" (o algo así) en shuffle con lago en el cielo de cerati.
Y qué sé yo. Nada.
Mal no estoy, posta que no, pero enero y febrero no pagaron la cuota el año pasado. De eso no me olvido.
Florencio dice que basta de pensar, pero con tanto paisaje se hace imposible.
Otro mate, super rico, mi vieja está feliz, se le nota.
Alguien baja la ventanilla y se me despeina la memoria, y no sé quién dijo qué, ni cuándo, ni tampoco me importa...

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